Diosa.

A la mujer que pasará la vida conmigo:

Me gustas de lejos que pareces porcelana,
cristal frágil que puedo romper, te miro a distancia con calma
que al acercarme tengo miedo de perderte.
Procuro dibujarte muy despacito,
no existe prisa en nuestra historia de amor,
al verte mi alma se sale del cuerpo y vuela en los aires siguiendo tu luz.

Ante mi triste y soñadora situación eres el fuego de la hoguera.
En esos fríos momentos en los que la lluvia moja mi ventana,
tu recuerdo ha sido el camino para seguir adelante con mis letras
y si no te lo quieres creer, llámalo y pregúntaselo al mundo.

En el abismo de mis actos salí a buscar soledad,
corté las flores de mis campos para tirarlas en un desván y no volverlas a ofrecer.
La culpa la han tenido esos ojos habladores que han visto otros amores,
por esos besos sin entrega se me hizo el alma piedra
y ahora no encuentro remedios para volver.

Y yo, que confundido estoy.
Mujer de cristal, tengo miedo de romperte,
con mi pecho de piedra y mis movimientos toscos,
mi rostro horrible lleno de cicatrices, la vida me ha dado,
y el tuyo es hermoso y muy bien trazado.

Soy el monstruo debajo de la cama,
que en vez de mal, te cuida.
Me voy con la luz de la mañana, bella.
Mi luz y mi estrella.

Los versos que navegan la mar.
Por esas noches que no concilio el sueño,
por los pasos que marcho solitario,
cada momento te estoy llevando a diario.

Tal vez nunca leas estas palabras,
pero por ti estaré esperando,
hasta que te decidas mostrar.

Supiste esclarecer mis pensamientos,
llegando la verdad que tanto busqué,
hoy mi playa se viste de colores 
me diste la verdad que yo soñé
ahuyentaste de mi los sufrimientos 
la primera noche que te ame. 

Que te quiero, sabrás que te quiero.
Nelson Q.





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