Partir.

Remanentes del sonido llegaban despacito,
dulce palpitar de una vida alegre,
se puede oler el desvelo de tu suspirar,
ventanas abiertas de tu sonrisa humilde.

Sábanas blancas cubrían tu cama,
puras como el reflejo del alma,
abrazos de fuego que me acurrucaban
calmando la tormenta del pecho.

Grandes montañas econdían tu casa,
cabañita en el bosque alejada de la sociedad,
te ví a lo lejos y sonreí por esos rayos de luz
que emanan de tu cuerpo que hacen olvidar mis problemas.

Día en día, mes por mes, estación por estación,
llenando mi espacio y alimentando mi esencia,
el tiempo cura todas las heridas
pero mi tiempo se detiene cuando te toca partir.

Nelson Q.


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