Una tarde.

Partículas de luz nos cobijaban,
bella tarde bajo estrellas escondidas,
no hay virtud que no me asombre
al mirarte por temor a escondidas.

Tardé un poco en retenerte,
mis palabras fueron cadenas,
con la fuerza de un abrazo
por amor que en tí nacía.

Miel amarga de un licor añejo,
estoy borracho por probar tu esencia;
no hay nada más en este mundo
que me salve de llorar tu ausencia.

Ironía de la vida tratar al amor de cursilería,
fuerza vital que mueve al alma
y se toma aveces por alevosía,
 al final su único motivo es sonreír. 

Nelson Q.


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