1889

Ojos profundos como el abismo del mar
que ven y no me ven, triste suspirar,
latentes, con la mirada diáfana del sol
que me quema la piel con su calor.

Con los brazos abiertos
rezo en la oscuridad de la noche
por la libertad que cumplas tus sueños,
locamente, sin pausa, como viento por el monte.

Cuando me pienses no me lo digas,
no te atrevas a buscarme sin quererme,
que mi pecho ya no aguanta tristezas,
no más espinas, no más flores en el bosque.

Sonríes de nuevo, estoy contento una vez más,
naturaleza hermosa, frágil y eterna,
vivirás por siempre en mis palabras de amar,
como la musa de mis letras, fuego al inspirar.

Podrías mentirme y decirme que soy yo,
que por amor me has esperado,
un fiel amigo, un dulce amparo
que esperaste siempre en tu vivir.

Y yo, como marinero en un mar de sirenas
no he caído en falsas ilusiones,
por eso voy derecho y con cautela
para tocar tierra y bailar con las palmeras.

Nelson Q.

Madame de bonnieres - Renoir

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