Novela. Relicario de mi juventud. Capitulo II.

Relicario de mi juventud.

Capítulo II. Malicia.

Regresé a mi hogar, una casita pequeña en la ciudad que me vió nacer, exhausto de todo lo tangible y de todos los sentimientos que salen de mi pecho, cansado del genio que me habla por las noches y me distrae mientras atraviezo el canal que me lleva al otro lado de la historia. 
La voz de la experiencia que se forma con la vivencia y la calle, es una ensalada surrealista que se encuentra afuera y que no se deja ver, es el águila que te observa a la distancia y espera a que cometas un error para tomar ventaja y devorarte con sus sutiles garras afiladas y llevarte a una mejor vida. Es el monstruo debajo de tu cama y tienes miedo de asomar los pies con temor a que los jale y salir corriendo a buscar abrigo en la cama con tus padres. Es el misterio que se encuentra justo entre el cielo y el suelo, lo desconocido. Los sabios y los inteligentes toman ventaja de su misterio y tratan de estudiarlo y agregar conocimiento para usarlo como defensa u ofensiva en contra de los que los rodean, lo que no enseñan en las escuelas, lo que se conoce como malicia.

Eso que esta dentro de nosotros pero es desconocido, como lo son los sentimientos, no se puede medir.
No se puede aprender, ni existe un libro que te explique como desarrollarla, es parte del instinto animal y también es un tipo de inteligencia que pocos conocen, toman ventaja de los inadaptados y frágiles y se los comen para marcarlos, para mentirles, para enredarlos en un mundo falso que ellos crean, es del tipo de inteligencia que desarrolla el gobierno para tener al pueblo enredado en cortinas de humo creando noticias falsas o esquivando cosas importantes, para evitar una verdad hiriente y mejor mostrar algo que alegre un poco el corazón, para hacer sentir mejor o mejor aún, para que el pueblo los siga y los apoye con las manos en el fuego y quemarse hasta que no quede nada para todos.

En las travesías de mi vida la malicia fue la esencia del alma que me faltó, la inocencia de mi persona y la soberbia de creer conocerlo todo es lo que me golpeó con todas las fuerzas y así darme cuenta de mi gran equivocación y nos regresa a la realidad para abrir los ojos y dar cuenta de la inmensidad, la grandeza de esta jungla que llamamos vida.

Regresar a la habitación que me acompañó a través de mis veinte años, a aquel espacio tan propio y tan conectado con mi persona, mi pequeño hogar pero llena el gran espacio de mi corazón, como si se expandiera y abarcara el espacio que hay dentro de mi.

Ver mis muebles y al recorrer sus gabetas toparme con mi caja de recuerdos, una pequeña caja donde guardo las letras, las fotos y todo lo especial que ha llegado a mi vida. Todas las personas y los momentos que pasé, como si hubiese sido ayer, con un poco de nostalgia por ver el tiempo correr a prisa y yo esperando un rayo de alegría.

La sonrisa cálida de una madre y el abrazo de un padre pueden derretir incluso al corazón más duro. Cuidar el camino de drogas y de adicciones como limpiar el sendero de las hojas que mueve el viento, menos la luz del sol. Los lazos de un hermano y los consejos de los abuelos, las cosas que no se explican pero que son básicas en casa, con la mano de dios sobre nosotros.
Tantas cosas vinieron a mi mente cuando regresé a mi hogar, somos una sociedad mal agradecida al no percatar lo que tenemos y criticar las acciones de los demás, tantos niños sin amor, sin hojar, sin comida, una viva luz de lucha por sobrevivir, por dormir, por jugar.

Y al recapitular mi pasaje por la universidad hay tantas personas que no valoran lo que tienen, que se burlan de la desgracia ajena y que no valen más que tu o que yo, esas personas que por su estatus social son admirados y seguidos por su valor monetario, pero escupo su valor humano por no tener bondad en su alma, son del tipo de persona que hace caridad para ser vista por los demás y ser recordada por su buen corazón en lugar de ayudar sin esperar fotos ni ser alabado por las multitudes. Como una lágrima perdida en el oceano, ver la sonrisa de un niño, sentir la calidez de una madre que no tenía comida para su familia, comer con personas que no tienen un peso en su bolsa y darles pan y calor. Darle el abrazo a aquellos sin familia y cargar de paz el corazón.
Para que buscar fortuna si no se tiene valor humano, ¿será acaso una búsqueda para hacerse sentir mejor persona?, ¿una excusa para compensar los dolores del alma?.

Vivir una historia siguiendo falsedades es como escribir con una pluma sin tinta, escribir sobre una página escrita y tachar las letras. La vida cambia con el tiempo y el reloj no se detiene, el amor se transforma como la mariposa llenandote de cosas buenas y malas que siempre se conservan en la memoria.
Seguramente el cielo te espera y el infierno acecha para atrapar a aquellos que hacen con su vida algo retorcido.

Abre los ojos y ve alrededor, busca malicia y aprende a identificarla, conócela y mantente alerta, huye de las falsas amistades y reconoce los errores de tu pensamiento, vive y goza con los que te quieren y aprecia a los que te buscan. Que no hay nadie que te diga que lo que haces esta bien, como sueños del ayer. Y si puedes dar y lo que das te hace sentir bien, solo ahí el tiempo se detiene para compensarte.

Fin del capítulo II.
Nelson Q. 

Salvador Dalí.

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