Alejandra

La magia de tu cuerpo, 
lo suave de tus manos,
te he querido con la fuerza del pasado 
tejiendo los sueños que se han olvidado.

Tus defectos y manías,
 tu sonrisa y fantasías,
tu dulzura y alegrías
 se vuelven pan de cada día.

Tu mirada con la paz de la montaña
me abraza con su fuerza,
después sonríes como si no bastara
y comienza a llover sobre mis ojos.

No puedo con tanto,
con saber que existes bastó
para comprobarme la existencia de dios,
la mujer que esclaviza mis sentidos.

Cada noche cierro mis ojos y te hago compañía,
te cuento como estoy y sepas lo que haré,
te beso hasta quedar dormido 
preguntándole al destino si tu también piensas en mi.


Nelson Q.




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