Ingeniera.

En un abismo de intriga
encontré al fin una bajada.
Era la luz que me esperaba
en unos ojos que añoraba.

Es un ángel, una diosa,
la mujer más hermosa,
la dueña de una rosa
que puse en sus manos.

La flor que lleva mi pasión
y mis noches de desvelo,
la dueña de mis flores,
la dueña de mi anhelo.

Una mirada solamente,
una, esa que envenena,
esa que me encanta,
que me envuelve,
que me mata,
que me hace subir,
que me hace pensar.

Eres el dilema en mis poemas,
eres la incógnita de mis ideales,
por ti cambian mis planes,
cambian mis temas,
lo que haría por adorarte,
por verte, por besarte.

Eres el sonido de las cosas,
llegaste a mi cuando más me interesabas,
de tu nombre vienen mis fuerzas
y de tus labios nacen estrellas.

Por ti nació un poeta
y de mis versos tu silueta,
tu alma suelta
para capturarla y hacerla mía.

Como los suspiros que te llego a robar...

Nelson Quintero González.






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