Castillo morado.

La princesa de cristal que habita en el castillo,
moradas las percianas que cubren tu pasillo,
caminaba en busca del dragón por el calabozo,
y librarte de aquel retorcido destino.

Por brujas en el campo tuve que pasar,
muchas son las almas que se quedan varadas,
perdí a mi fiel caballo en la incontable batalla,
pero al final del campo tu castillo encontraba.

Caminé hasta que mi armadura me tuve que quitar,
no aguantaba el cansancio pero te tenía que salvar,
al cruzar las grandes puertas del castillo gritaba,
¿donde estas princesa, mi reina adorada?...

Bajé las escaleras para entrar al calabozo,
eliminar las ataduras que te mantenían en el castillo,
matar el dragón y recoger tu fiel rebozo,
como prenda de cortesía al verte junto a mí.

Tomé al dragón con mi espada y lo partía,
sin armadura, una hazaña incomparable,
tras un suspiro y valentía,
corrí hacia tí con todo mi coraje.

Al verte inerte y sin poder hablar,
te daba tu rebozo mientras en rodillas estaba,
lo tomaste y sonreíste, preguntabas mi nombre,
 soy aquel que del ocaso te observaba.

Tomé tu mano y la besé con pasión,
al subir la mirada no tenía duda,
no sólo eras princesa que en el castillo dormías,
eras la niña de mi sueños y de mis fantasías.

Preguntaba tu nombre, como niño perdido,
respondiste Alejandra, princesa del castillo,
no pude responder ante tu dulze voz,
pero aquella hazaña la guardó el corazón.

Nelson Q.

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