Lluvia de meteoritos.

Una lluvia de meteritos azotaba mi ciudad, entre pánico y adrenalina corría para resguardar mi vida, mi corazón latía muy rápido, mi respiración incrementaba a cada paso. 
Comienza la historia en mi vieja primaria, extraña locación para un sueño, me encontraba sentado en una masetera frente a un local donde practican Tae kwan do y yo viendo el cielo, cuando a lo lejos una estrella fugaz.
De pronto esa estrella fugaz se convirtió en una segunda y la tercera ya no lo era más, comenzó una lluvia de meteoritos que impactaban por todos lados, curiosamente no entré en pánico pero mi adrenalina se elevó. Peleaba con la gente, entre empujones y jalones para esquivar los pedazos de escombro que volaban por el aire, mire un meteorito muy grande que iba a impactar justo frente a mi arrasando con paredes de los locales que circundan la primaria. 
Después desperté....

Sueños que ilustran el entretenimiento nocturno, dulce placer o entretenida agonía, suave licor que te emborracha con pocos tragos, que te arrastra al fondo del mar y te ahoga. Momentos que no suceden pero que vivimos en nuestra mente. Como si la realidad se separara y flotaramos en una dimensión desconectada de las demás personas, solamente la esencia de nuestro pensamiento y nuestra imaginación. El reflejo de nuestro más grande deseo o la remembranza de nuestro mayor fracaso, el suspirar de un momento que se revive o la agonía de una catástrofe, el espejo de nuestros miedos.
Sin duda mis manos y mis dedos son la conexión entre dos dimensiones, el puente entre una historia o un recuerdo jamás contado, el vínculo entre el jardín de las maravillas o mil noches de placer, el lenguaje de lo prohibido y todo lo intangible, gracias a mis manos es posible concebir la historia más bonita y poder transmitirla con la misma delicadeza que el movimiento de tu sonrisa por el atardecer. 
Como si mi vida dependiera de ello.

Nelson Q.

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