Alejandra III.

Es mi tempestad, es mi desastre, es mi desorden,
ella es mi fuerza, mi rincón en el abismo, mi soledad.

Hace que mis sueños engorden
y si llego tan lejos fue por que me ha llenado en claridad.

Yo no busco ser bueno, es mas, no busco su amor,
no busco consuelo ni busco calor.

Lo que doy & lo que hago es en su nombre,
sin comprometerla, son mis palabras de hombre.

Dejé la fantasía al narrar su cuerpo,
ahora son noches de poesía que describen su encanto.

Me ha hecho sentir derrotado, cansado y triste,
sentía que me ahogaba por no ser afortunado.

Los momentos a su lado
resaltaron mi fracaso.

Decidí vivir mi día como si fuera el último
y si fuera el último seguiría de su vida enamorado.

Su piel se viste con estrellas
y su corazón con el infinito de las cosas.

Me preguntó si pensaba que es mala,
tal vez no merecía algunas cosas 
pero es algo que a veces se resbala,
 no la define, seguirá siendo el rojo de las rosas.

Como no soy perfecto
dejo que el viento navegue mi destino.

No he cambiado a convenencia
ni quiero que la indiferencia sea nuestro camino.

Propongo que el karma
sea el responsable de la calma.

No tengo nada que darle
pero se le doy todo, le abro mi alma.

Le enciendo la luz para que no sufra,
si se va mañana, sabrá dios si ella me extraña.

Dónde puede estar el amor
si un día se lo llevo la mar.

Puedo estar perdido, desfallecido, 
herido y abatido, pero siempre recibirá
lo mejor que dios me dio
y lo que siempre le he ofrecido.

Coraje tengo con la vida
por negarme cosas queridas.

Un día quise olvidarla
pero en tantos intentos he fallado,
 ya que no hay otra sonrisa 
que me haga olvidar todo pasado.

No contaré mi historia,
hablaré de ella,
que no hay mujer más bella
que me haga sentir gloria.

Le agradezco con nostalgia,
por ella mis poemas son mejores,
con ella pude describir una galaxia
mientras la luz se escapaba de mis ojos soñadores.

Un día ella estaba sentada
y a lo lejos me miraba,
al ver mi reflejo en sus anteojos
sentí mi alma salirse con mis suspiros y la aceleración en mis latidos.

Digamos que nunca estará conmigo,
que jamás se enamoró de mi,
que por amarla he perdido el tiempo,
 jamás diré me arrepentí.

Nuestro amor es un misterio,
ella nadando el rio
y yo nadando el mar.

Contará con mis manos
cuando las suyas estén cansadas,
que me demande cuando sea rico por los poemas
que todos son escritos por la virtud de sus miradas.


Nelson Q.




























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