Una historia de amor.

Capítulo I.

La historia comienza con un par de palabras, tiempo & amor.
...
Bienvenidos a mi historia, es bella, trágica y misteriosa.

Primavera de mis veinte años, después de muchos sucesos que me pasaron tuve que volver a iniciar una carrera profesional, ahí estaba yo, el primer día en aquella nueva escuela rodeado de gente que compartía el mismo sentimiento.

Las clases eran las mismas, todo se repetía y se volvía una rutina cansada. Me gustaba ver a los demás con sus vidas tan alegres y también diferentes. Recuerdo que en aquellos días yo solo pensaba en aprovecharme del presente para llegar muy lejos en el futuro, mi pasatiempo era leer textos académicos y caminar. Pasaban los días y todo era muy neutro, muy igual, repetitivo.

En ese entonces mis amigos y yo caminábamos por la escuela cuando teníamos hora libre entre clases y una de esas veces desde lejos sentí que me hablaban, era una figura hermosa, su sonrisa, yo no lo puedo entender.
Ella pasó junto a nosotros acompañada de sus amigos y yo extrañado no sabía que había pasado, no la conocía ni sabía su nombre, no sabia que estudiaba ni que hacia.

Ese momento, dios mio, ahí fue cuando la verdadera aventura comienza.
La fecha no la recuerdo exactamente pero recuerdo que fueron semanas antes de salir de vacaciones en mi primer semestre, en mi vida había algunas mujeres muy guapas y atractivas pero ninguna podía hacerme olvidar aquella hermosa figura. Puedo confesar que ella tiene algo, ese algo que me encanta, pero no se que es.

Después de aquel día se volvió más común verla pasar con sus amigos, ya la distinguía entre la gente, desde mi butaca a través de la ventana le sonreía de lejos, mis amigos se reían por que en ocasiones se me salían los suspiros del pecho cuando ella caminaba. Algún día estará conmigo yo les decía pero se burlaban de mi.

La escritura es mi rueda de la fortuna, es lo que me hace sentirme útil, desde la primera vez que la vi no pude parar de escribir, escribía sobre abejas, sobre flores, los colores, olores, de su encanto, de toda la luz que me rodeaba. Guardaba los poemas en una libreta de mano, caminaba al parque con mi libreta para escribir sobre ella mirando el cielo, para mi es suficiente con saber que existe, no sabía su nombre ni nada sobre ella.

Pasaron las semanas, días antes de que por fin llegaran las vacaciones tenía que animarme y acercarme a preguntar su nombre. Comencé a pensar en algún plan que sea único y lindo. Aprendí a vivir como si fuera a morir mañana y no importarme el que dirán.

Tomé mi libreta y como lo que más me gustaba hacer con mi vida era escribir, le escribí su primer poema. Eran tan malos que hoy me dan vergüenza pero tenían lo que todo poema tiene que tener, mucho sentimiento.

Lo escribí a mano alzada y esperé no equivocarme, una vez que lo terminé le puse mi nombre y mi número, tenía mucha fe y el pecho lleno de determinación.
No sabía nada de ella, ese día pensé en dárselo cuando la volviera a ver pasar pero dejé de verla por un tiempo, ese poema quedó guardado en mi mochila hasta nuevo aviso.

Pasaron varios días, las noches más largas y los días muy iguales. 
Después de esperar tanto la volví a ver pasar, recuerdo que temblaron mis piernas pero corrí al lugar de mi mochila para buscar aquel poema, no lo pude encontrar.

Desesperación, frustración y enojo.
No podía creer que después de tanto se me había perdido aquel poema. Sentía que dios se estaba riendo en algún lugar.
...

Pasó esa oportunidad pero ya vendrán otras, pensaba sintiéndome muy triste.
Volví a alzar la mirada al horizonte y con mi pluma en mano comencé un nuevo verso. Ese nuevo poema era sobre una abeja, no lo olvidaría por que eran mis primeros pasos a escribir mejores poesías.

El plan era el mismo, ahora mis amigos me presionaban con más fuerza, les conté lo que me pasó y entendieron mi desespero, ellos tampoco pudieron ayudarme con certeza. La niña que robó mi atención era y sigue siendo el misterio más grande de lo que siento.

Recuerdo que tal vez faltaba aproximadamente un mes para salir de vacaciones, volví a verla, esta vez estaba sola y caminaba al estacionamiento, recuerdo que eran las seis de la tarde por que yo entré tarde a clase. Ella caminaba para irse y cuando la vi yo estaba con mis amigos, ellos la vieron y me dijeron que era el tiempo de hacer lo que tenía que hacer.

Recuerdo cada segundo después de eso. Es algo que quedó por siempre grabado en mi memoria, después de eso crecí como persona, fue la gran diferencia entre un soñador y un cualquiera. Jamás había temblado tanto de nervios. Corrí al lugar de mi mochila y tomé aquel poema para después correr a buscarla, al principio no la vi, pero después estaba allí parada.

Aumentaron mis latidos, mis piernas temblorosas, mi voz cortada.
¡Hola!- le dije.
Recuerdo su mirada, extrañada por la situación. ¿Hola?, me dijo.
¿Cómo te llamas? le pregunté a como pude. Ella me respondió y me dijo que si por qué le preguntaba, le dije que estaba muy bonita y platicamos sobre lo que estudiábamos, al final temblando le di mi poesía y ella se fue.

Me sentí con un grandísimo peso fuera de mis hombros, conocí su nombre, el nombre del misterio más grande de mi vida que cada vez pintaba por ser resuelto, aunque nunca pude resolverlo.

Cuantas cosas pasan todos los días, es impresionante lo que puede pasar en unos minutos. Es impresionante lo que puede llegarnos a conmover en un parpadeo y me asusta pensar en eso.

Todo lo que pasó después de eso fueron días de intriga, no sabía que iba a pasar.
No acostumbro ir a misa o a la iglesia pero esos días hablaba con dios para que me ayudara y me llenara de paz, que me ayudara con la impotencia de no ser suficiente para ella o para alguien que me importara con esa fuerza que yo sentía.

Pasaron dos largas semanas y mi fe estaba por los suelos, tal vez era mejor mirarla desde lejos, con verla me sentía feliz. Me siento tan seguro de confesar que comprendí la diferencia entre querer a alguien al buscar su felicidad aun estando con otro. Tal vez nunca he puesto mis virtudes en una balanza pero eso no cambiaría mi manera de desearle lo más bonito en la vida si ella no esta conmigo.

Como nunca me habló yo sentí que la había perdido sin tenerla, muchos comprenderán el sentimiento. Hasta el día de hoy no me arrepiento y sigo haciendo con mis días como si fueran el último, dibujando fantasías en las estrellas para después trazarlas en mis poemas.

Después de dos larguísimas semanas recibí un mensaje alrededor de las once de la noche, era ella.

Esa noche mi rostro sonrío con una intensidad que solo mis paredes conocen, no cabía tanta felicidad en un cuerpo tan pequeño, tal vez brinqué y canté toda la noche. Ahí es donde comencé a pensar que todo cambia en cualquier segundo, una noche gris como aquella se transformó en un paisaje que solo encontramos en el centro de un arrecife de coral.

Me agradeció por las palabras, después de eso no esperen otra cosa. 

A partir de aquí la historia se vuelve un poco triste.

...
Fin del capítulo I.

Capítulo II.

Yo jamás busqué conquistarla con aquel poema, pero definitivamente tenía mucho cariño en aquellas palabras.

Quise resolver este misterio que me intriga y tenía que conocer un poco sobre ella. En sus mensajes me explicó que no buscaba nada conmigo, haberme respondido aquél mensaje fue por cortesía y que no quería que yo pensara que era mala persona, después se alejó de mi.

En la escuela había veces que nos saludábamos y otras veces que a lo lejos me esquivaba. La verdad mentiría si les dijera que no sentía nada pero después de eso estoy peleado con la vida por no haber sido tan guapo o ser de esos que atraen a primera vista.

Como un plato de cristal mi ilusión se partió en pedacitos, supongo que era parte de lo que buscaba al dar un poema, comencé a reflexionar que al final de cuentas yo no buscaba conquistarla con mis letras sin chiste y que lo que busqué era conocer su lindo nombre.

Me hice a la idea que esas cosas pasan, que tenía que olvidar, que lo que siento no tenía rumbo y que la vida es bella a pesar de los fracasos. Volví la mirada al horizonte y seguí dibujando mis poemas.
Estaba tan triste con mi cuerpo que no tenía más remedio que comenzar a trabajarlo. Mis inseguridades salieron a flote agarradas de la mano con mis demonios. Nunca había llorado por mi cuerpo pero esa vez viendo mi rostro lloré.

Comencé a salir más, buscaba más rostros que  pudieran opacar un poquito de su luz. Hubo mujeres muy buenas conmigo, hicieron cosas que yo también hubiera hecho para conquistar un corazón roto, pero jamás pude superar aquella luz. Fueron tan buenas conmigo que algunas aún tienen fe en que voy a regresar a ser igual que antes, que voy a volver a conquistar los mares con mi barco y ellas conmigo. Tal vez regrese a alta mar pero no será con ellas, sería un viaje que solo el viento, la luna y el sol verán conmigo.

Creo que no volví a sonreír después de eso, al menos no del todo. Todos los días sufría con mi cuerpo y no me he vuelto a sentir completo, mi pelea de todos los días por ser alguien suficientemente bueno para cualquiera y valer la pena a todo momento.

Todas las personas tenemos una mina dentro de nosotros, muchas veces no sabemos que minerales llevamos dentro, encontré todos dentro de mi. Toda la belleza del universo en cada pensamiento, en cada emoción, por eso entiendo que no importa lo que doy, jamás seré pobre. Y tal vez jamás lo fui.

Puse lo que tenía en marcha, mi dolor, mis fantasías y comencé a construir en mi vida un museo. No tenía el mejor rostro pero tengo dedos, no tenía mucho dinero pero tengo buen cerebro y lo mejor de todo es que tengo mucha fe y poco miedo al fracaso. Ya de tantas caídas me levanto rápido, como si nada, pero eso si, aprendiendo de cada error.

Se volvió rutina mi crecimiento, mi desesperación resultó ser una bonita virtud, transformé los males y los volví cosas a favor. Ese momento sentí que dios sonrío al verme otra vez.
Todos cometemos errores la mayoría de las veces pero eso no significa gran cosa. Si mañana dejo este mundo tengan la certeza que hice lo que quise y todo lo que hago me hace feliz.

Segundo semestre en la escuela y yo regresé al tiempo en que la miraba a lo lejos, ahora la historia es diferente y con verla fui muy feliz.

En silencio ocultaba mis sentimientos, mis amigos podrían burlarse de lo que pensaba, cualquier otro hubiera olvidado pero yo no pude, cualquier otro hubiera intentado enamorarse de alguien más pero yo rechazaba todas mis ofertas. Nunca poner máscaras a lo que sientas. Uno muere dos veces cuando se auto crea una mentira y vive en ella, yo nací dos veces cuando encontré luz en una sonrisa, la primera con mi madre y la segunda sigue siendo ella.

A finales de segundo semestre mi historia vuelve a respirar.

En una ruleta de la suerte me tocó toparme con ella de frente y pude platicar. No sabía cómo actuar o que decir, que pensar, que sentir. Tenía de frente a la musa que inspiraba mis poesías y aunque me sobran las palabras para escribirle no podía platicarle nada sin que mi memoria se trabara. Al final terminé por prestarle un libro para que lo leyera, y así fue.

Hay veces que leo las biografías de grandes artistas y en todas ellas me doy cuenta que las pinturas más bonitas de la historia jamás fueron apreciadas o valoradas por la gente que las tuvo a su alrededor en la época que las pintaron, hay días que mis letras se sienten así. Espero que mis poemas lleguen a su destino y cada día valgan un poquito más.

...
Fin del capítulo II.

Capítulo III.

La vida se nos vuelve tan cotidiana que olvidamos que vivimos en una fantasía, todos estos colores, los sabores, los olores, la naturaleza, en fin, un mar de cosas que existen y otras que faltan por descubrir.

Con el tiempo aprendemos que existe gente como yo que encuentra más reconfortante un abrazo que los besos que nunca llegan, por que los abrazos nunca se niegan y los besos si. Aprendí que las palabras sobran cuando dos miradas se juntan con un mismo sentimiento y que existe algo más, ese algo que habita dentro de nosotros.

Cada vez más cerca de conocerla pero ella seguía distante, como las estrellas, siempre ahí, siempre bellas pero muy lejos, muy arriba de nuestro alcance. Mis manos se convirtieron en mis mejores amigas y juntos jugábamos a alcanzarlas con nuestras palabras, como si fueran escaleras en forma de arco iris y yo montado en un rayo de luz calculando las distancias. Soy feliz cuando trato de descifrarla con palabras que sean pocas pero directas al alma.

No hablábamos pero seguía mirando sus colores y sus lentes. Mi historia de amor se volvió tan romántica que se me olvida que es mía, se me olvida que soy un dibujante en carne y huesos que traza los movimientos con mis acciones. Que nada me detiene solo el tiempo pues me quiere llevar algún día.

Soy tan humano que guardaba sus fotos para no extrañarla pues también me preguntaba que estaba haciendo mientras yo no dormía por escribir los versos que el viento le llevaría a petición mía. Con cuáles colores me disfrazaría para llamar la atención del mundo y que me vea, que observe que estoy presente y que ella es a quien yo escogí para dedicarle cada una de mis victorias.

Seguía buscando nuevos rostros, seguía intentando olvidar todo y continuar mi vida como lo hacen los demás pero no podía, algo tan puro como esto no valía la pena dejarlo pasar, por primera vez pude sentir que me arrepentiría si lo hacía. Dios seguía sonriéndome a lo lejos.

Llené mi libreta de poesías, mi corazón de fantasías y mi vida de sentido. El rumbo de mi vida cobraba fuerza y mis demonios se hicieron compañeros. Hacemos locuras por impulsos de algún sentimiento que nunca dejan de ser espectaculares. El mayor misterio de mi vida.

Volviendo a los protagonistas, pasaron varios meses así, recuerdo que nos saludábamos de vez en cuando pero no pasaba de ahí. Yo vivía en una completa burbuja y me aislaba de toda la gente, no quería que distracciones pasaran por mi mente, nunca busqué otros besos, nunca busqué sexo, busque lo que nadie más podría encontrar, una verdadera historia, algo que valiera la pena admirar y recordar, convertí mis días en una historia de amor. Todo eso pasó sin darme cuenta.

El segundo semestre se pasó completo y no hubo gran cosa que resaltar, solo mis pensamientos. El libro aún lo tenía ella y eso me hacía pensar que algún día volveríamos a hablar.

...
Fin del capítulo III.

Capítulo IV.

Después de mucho tiempo volvimos a hablar, me dijo que tenía el libro con ella pero ese día no me lo pudo dar, yo no tenía prisa para que me lo regresara pero esas cosas pasan.
Llegó el día y caminé hasta ella, platicamos unos minutos y me regresó el libro, seguía esa luz en su rostro como si fuera el único en el mundo, a estas alturas que más podría pensar.
Si hubiéramos jugado a ignorarnos no se quien ganaría, tal vez ella. Que no hay día que no piense en esos ojos pequeños.

He pensado muchas veces que si mañana no estuviera nada cambiaría pero es la intención la que cuenta, son mis palabras que se quedarán guardadas en estas páginas, tal vez nunca vuelva a sentir lo mismo y hoy estoy orgulloso de ser tan bueno.

No supe hacer nada mejor.
A esas alturas de mi vida confieso que conocía mejor la soledad que la alegría, aunque me hacía muy feliz verla sonreír yo seguía siendo el mismo hombre detrás de una ventana imaginando un mundo al otro lado del mar.
Dios ya no sonreía, nada más pensaba.

Pasó mucho tiempo, ya no era tercer semestre, pasaron vacaciones, puentes, calor y frío. Cada vez sentía que estaba más cerca del destino pero ya no sabía que sentir. Estaba perdido.
Muchas veces la vida no da segundas oportunidades y yo ya no miraba ninguna conclusión, era un sin fin de pensamientos de todos colores, buenos y malos y destrozadores.

Algo pasó que volvió a mi, volvimos a acercarnos en el ocaso de mi cariño. Pude ver una oportunidad para expresarle lo que la quise, pequeños detalles, pequeños pasos, pude reconocer mi fracaso y como ya había fallado en nuestra historia al menos podría provocar en ella una sonrisa. Llegó diciembre y me nació hacerle un regalo. Tenía que ser pequeño, tenía que poseer brillo, como su sonrisa, tenía que ser bonito, algo que recodaría.

Recordé que tenía una mina llena de joyas en el pecho y decidí tomar de mi riqueza y construir un presente, un juego de collar con sus aretes, que sean finos, que sean exquisitos. Que no los vea venir y que combine con sus colores.

Pasó la navidad y no podía dárselo, no había forma de verla, pasaron los días hasta mi cumpleaños y la invité, dios volvió a sonreírme, corrí con suerte.
Estuvo presente en mi fiesta, sin darse cuenta su presencia fue mi mejor regalo. Es algo que jamás podré compensar con otra cosa, ese día sonreír como el día en que vi su primer mensaje en mi celular.
¿Qué fue lo que me hizo sentir algo tan grande y tan bonito hacia ella? No tengo ni la menor idea.
Ella es mi misterio.

Nos acercamos cada vez más y nuestras conversaciones fueron más comunes. A este punto de mi vida estaba del otro lado de la ventana. Mis amigos que compartieron mi derrota también se miraban confundidos y uno que otro me decía que sería mejor olvidar todo pasado. Pero yo ¿que podría perder si lo que me importaba se acercaba?...

En poco tiempo hice mil maravillas. Me arranqué del pecho todo lo que sentía y se lo confié a mis manos. Si dios me sonreía yo también podía sonreírle. Hice de mi pecho una alcancía y todos mis ahorros los puse en un dibujo. Trazos de su fino rostro regado por todos lados, es sin duda, lo más bonito que he regalado y tal vez no logre superarme pronto. Su cumpleaños se veía venir y ya estaba preparado.

Y así fue. 
Aprecié el cuadro más hermoso y sus colores le adornaban, tome mi bicicleta y como una sorpresa se lo llevaba. Lo dejé en su casa y regrese a la mía lleno de paz y alegría.

Así termina mi historia, lo demás esta en el aire.
O en la segunda parte, o tal vez nunca.

Me hace falta recobrar colores pues perdí muchas cosas a lo largo del camino, tal vez un beso recobre mis fuerzas pero en esta bella noche rodeado de estrellas me siento agradecido con la vida por todo lo que he vivido, por todo lo que he visto e indudablemente por todo lo que dios me permitió sentir.

Tal vez & estoy enamorado. Tal vez algún día estemos juntos o tal vez tenga que olvidarla.
Cualquier camino es bien recibido pero jamás podre olvidarla.

De mi parte le daría esta historia y el resto de mis días.

FIN.

Nelson Quintero González.























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