Carta de un hijo.

Soy el hijo primero, 

el hombre que sigue su ideal,

golpeado por la vida en sus fracasos

que he ganado por no dejar de soñar.

Aquí estoy, sentado viendo las estrellas,

con mis manos en la frente,

haciendo un recuento de mi vida,

viendo mis verdades como mentiras,

pensaba que si no esta ella no puedo seguir

y me siento cada día más pequeño.

Cómo pueden decir que el amor encuentra la manera

si he gastado todas mis fuerzas para llamar su atención

& lo unico que logro es confundir mis sentimientos

cuando más claridad necesitaba.

Le he dado todo lo que he tenido

y lo que no tuve se lo dí también,

yo no tengo mucho dinero,

por que no quiero comprarme amor.

Busco esas cosas que el dinero no puede comprar,

viviendo la vida de bandido se goza

pero nunca se dura lo suficiente para disfrutarlo todo,

la familia es lo más importante.

Aferrado a un cariño que nada me ha dado,

la burbuja que creé para mi mundo mejor

fue toda una mentira, ella jamás me quizo

y yo que podía hacer.

Pensaba en ella y la seguía en la oscuridad,

escondido por nervios y sin hablarle por vergüenza,

a dónde pude haber llegado,

por eso mejor me alejo de seguir una mentira.

Ese camino tan largo que llevaba a su puerta,

nunca va a desaparecer, he visto los caminos antes

porque todos me llevaban a ti, y mi alma bañada en lágrimas

después que me dejabas parado, perdido y sin ayudarme.

Muchas veces he estado solo

y otras veces tambíen he llorado.

La gente siempre juzga sin saber

las otras mil veces que lo he intentado.

Con la posibilidad de lluvia en el pronóstico

avanzo en mi camino desnudo bajo la lluvia,

vulnerable a cualquier problema

pero mi espíritu es fuerte como un sol.

Tengo sentimientos que se pueden esconder

se van hasta que los pueda encontrar,

aparecen y me asustan de repente

y otros de melancolía me ponen a temblar.

 

 El día en que las gotas de lluvia lavaron mi rostro

mezclándose con el agua salada de mis ojos,

rezaba por un mejor día,

conocí a dios en el fondo del abismo

 y me dió unas alas para siempre volar sobre la tormenta.

Nelson Q.