Su rostro en mis pinturas.

Con estas manos voy a dibujarle, será la primera vez que lo hago. Y me atrevo a decir que es lo más difícil que he hecho.

Sus ojos son negros como piedras que golpean el alma, cuando los veo me siento en calma y tambíen siento que una fuerza patea mi pecho desde adentro con una energía misteriosa, no pueden ser mariposas, son caballos salvajes que corren libres por mi cuerpo lleno de emociones.
Comienzo por sus ojos por que es lo primero que llama mi atención cuando la observo.

Una sonrisa amable y atrevida, rasgo que hace desear hablarle, como un sol, me llena de calor y me dan ganas de salir corriendo para despues regresar, como si fuera un cachorro lleno de alegría jugando con su dueño. Regreso en mi y no puedo dejar de sonreír ya que no conozco un cuadro más hermoso que el suyo.

Piel de nieve en la montaña, en la cima se encuentra el negro de sus cabellos, como si pensaran en lo oscuro del infinito, con sus colores contrastan la fineza de su piel y así pueden presumir al viento sus trazos hermosos del pincel de dios. 

Los accesorios que le adornan son sus cejas y sus pestañas y le dan fuerza a su mirar,  todo en ella fue pensado para combinarle, nada se vería mejor cambiandolo y es por ello que en mi conclusión no podré jamás acercarme ni un poquito a la verdadera belleza que esconde su rostro porque a su mirada le acompañan su sonrisa y sus labios, uno delgado y otro mas grueso, con sus dientes que parecen perlas y los usa para hipnotizar mi alma.

El hombre que no admira la belleza y no goza de su existencia no está destinado a vivir la vida al máximo, pues no hay nada más profundo ni más grande en este mundo que el amar a la mujer que cautive nuestro corazón.
Su presencia misma, el haberle conocido y saber que existe me ha llevado a la locura.
Veo sus fotos mientras escribo estas letras y anexo mis palabras de amor, las que piden a gritos que sean leídas. Que les acurruquen mis versos y que puedan sentir un poquito de lo que siento para que prueben la amargura que estoy sufriendo.

Ojos habladores que me cuentan mucho sobre ella, de sus promesas y su suspirar, ella conoce del mundo y también conoce la rebeldía, sabe lo que tiene y es divertida, sería la flor de color morado más bella del campo. Tiene buen gusto, tanto que confio en lo que me ha dicho y lo que he visto me ha gustado.
Ella y sus labios de rubí.

Es la combinación perfecta de la tabla periódica, los genes más bellos que se han expresado, con ella conocí mis cinco minutos de inseguridad y clavó su presencia en mi memoria, testigo de un suceso extraordinario.

Mientras más pasa el tiempo me preparo para ella, rezando para que nunca sea tarde para su amor, en esta calle donde me cobijo suya es su vida y suyo es mi querer. Esta noche le escribo bajo el burlón mirar de las estrellas esperando calmar mis fuerzas de amor que he guardado solo para ella. Que el tiempo jamás detenga mi ilusión porque adorarla ha sido la fortuna de mi corazón.

Como un tesoro perdido en el fondo del oceano, asi me siento cuando no me ve. Estoy tocando mi guitarra en la neblina y espero que llegue el sonido a su ventana y suba a sus oidos para hacerle sonreír. Contemplen las obras que he hecho, llevan su nombre escondido entre las letras y cada día me alejan drásticamente del inicio para ir llegando más a ella. Aprendan a leer entre líneas lo que escribo y verán lo que busco.

En la vida brilla una aurora de amor, en sus ojos negros de inefable candór veo en ellos amor.

Nelson Q.

Renoir.




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